Una de las preguntas que más me hacen es: “Tengo X dinero ahorrado. ¿Qué debería hacer con él?”
Mi respuesta es: “Antes que nada, tienes que mantenerlo en secreto. No debes permitir que el mundo sepa que tienes dinero para invertir y no sabes qué hacer con él. Si le preguntas a un asesor financiero qué hacer, la respuesta casi siempre es la misma, ‘entrégamelo, yo te lo muevo'”.
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Los problemas económicos comienzan cuando se confunde la asesoría financiera (los discursos de ventas o los castillos en el aire) con educación financiera verdadera. Mucha gente cree que los consejos y la educación son lo mismo, pero no es así.
Solicitar consejo significa “dime qué debo hacer”.
Buscar educación significa “dime qué debo estudiar para aprender y saber qué debo hacer por mí mismo”.
La diferencia entre educación y asesoría podría parecer poco importante, pero las pequeñas diferencias son las que a menudo tienen un impacto significativo en la vida de la gente. Si lo único que te han enseñado a hacer es entregarle tu dinero a los vendedores, entonces eres un cliente, no una persona con educación financiera.
Cuando el esquema Ponzi de Bernie Madoff se puso al descubierto, mucha gente sufrió duros golpes en el aspecto económico. Pero quizá, lo peor de todo fue que más que perder dinero, esa gente no recibió nada de educación financiera.
“Si tú cometes el error, aprenderás de él; pero si quien lo comete es el asesor financiero, tú no serás más inteligente que el mismo día que le entregaste el dinero”. Por tanto, no habrás crecido ni en ingresos ni en conocimiento.
Los planes de retiro para empleados son algo todavía peor. Cada vez que se contrata a un nuevo empleado, el director de Recursos Humanos le da la opción de: “Elige un fondo mutualista para hacer las contribuciones de tu fondo de retiro”.
Quizá sería mejor decirle al empleado: “Ve a las Vegas y diviértete mucho con tu dinero. Tal vez tengas suerte. Al menos, si llegas a ganar ahí, podrás conservar el 100% de tu dinero”.
John Bogle, fundador de Vanguard, nos advierte a los inversionistas que en un fondo mutualista ellos ponen el 100% de la inversión y corren el 100% del riesgo, pero sólo se llevan el 20% de las ganancias, si acaso las llega a haber. A través de las tarifas y otros cargos que ponen en la letra pequeña, los fondos mutualistas se quedan con un 80% de las ganancias que se generen.
Lo peor de todo es que, si pierdes dinero, tal vez tengas que pagar impuestos sobre GANANCIAS DE CAPITAL, ganancias que, por cierto, nunca recibiste.
¿Cómo sucede esto? Digamos que un fondo tiene 2 millones de acciones de la compañía XYZ que compró diez años atrás. Para este ejemplo vamos a imaginar que las acciones aumentaron de 10 a 50 euros cada una. Luego compras el fondo mutualista; dos días después, el mercado colapsa y el fondo tiene que vender XYZ para conseguir capital y sobrevivir. Tú, el accionista, tienes que pagar el impuesto de las ganancias de capital sobre las ganancia de 40 euros, ganancia que nunca disfrutaste ni por la cual recibiste retorno alguno.
Como verás, al Mercado de Valores bien se le podría considerar un esquema Ponzi autorizado por el gobierno. Los primeros que se inscriben en él reciben su dinero, y los últimos, pagan los impuestos. Es por esto que los asesores financieros te recomiendan, “invierte a largo plazo y diversifica”. Castillos en el aire... una vez más.
Para ser justos, sin embargo, cada vez que una persona invierte para obtener ganancias de capital (es decir, comprar a bajo precio para vender a alto), se podría decir que la transacción también es un esquema Ponzi. Mucha gente cree que invertir es riesgoso porque se enfoca en el sistema de ganancias de capital. Los “especuladores” de bienes raíces, cuyos planes se desplomaron tras el colapso del mercado inmobiliario, habían invertido en ganancias de capital.
En la actualidad hay millones de personas que están comprando oro y plata con la esperanza de que los precios sigan subiendo. Eso también es invertir en ganancias de capital.
En el ámbito de las inversiones hay una teoría conocida como “La teoría del más tonto”. Cada vez que alguien invierte para obtener ganancias de capital, en realidad está en espera de que llegue “el más tonto”. El más tonto es aquella persona que es más ingenua que la anterior, la que está dispuesta a pagar más por algo, ya sean acciones de la bolsa, un inmueble o una moneda de plata. Bajo el riesgo de repetirme, te diré que está es la razón por la que muchos creen que invertir es peligroso.
Cuando la gente invierte en ganancias de capital (que es lo que mayoría de los inversionistas hacen), siempre se convierte en el tonto más grande y se queda en espera de que llegue alguien más imbécil.
Por eso las palabras son tan importantes y tienes que saber en qué estás invirtiendo, y más importante, PARA QUÉ.
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Un abrazo y Recuerda:
¡No tengas miedo a fallar, ten miedo a no intentarlo!
Agustín Bermejo
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